Fascismo y Populismo, un enemigo común

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El fascismo es la respuesta del capitalismo -en la Europa de 1920, 1930 y 1940- al Desorden generado por él mismo a escala estatal e internacional. La primera Guerra Mundial (1914-1918) causó 20 millones de muertos, la derrota humillante de Alemania y una crisis económica que alumbró el nacionalsocialismo y el fascismo como una ideología, un movimiento político y una forma de gobierno que pretendía superar las debilidades de la democracia liberal mediante el sometimiento de otras naciones a través de la guerra.

El programa político del fascismo contiene -hace un siglo- el programa político del populismo moderno: 1) halaga al pueblo, al que realmente desprecia; 2) critica la explotación de las grandes corporaciones empresariales, a las que realmente sirve, ilegalizando y destruyendo las organizaciones de los trabajadores; 3) sustituye el conocimiento y el diálogo por categorías irracionales como “destino nacional”, “superioridad racial”, “obediencia al líder”; 4) culpabiliza a minorías sociales (gitanos, judíos, inmigrantes) de la crisis, la pobreza y la violencia.

Las condiciones económicas, políticas y culturales que alumbraron el fascismo en el periodo de entreguerras (1919-1939) y desencadenaron la 2ª guerra mundial (1939-1945) que ocasionó 60 millones de muertos, contienen evidentes paralelismos con el ascenso actual de la extrema derecha en Europa, América y España:

1 Los valores y principios de la democracia liberal, con todo su armazón político y jurídico, están subordinados a la economía de mercado como exclusivo principio de realidad. Con la implosión de la Unión soviética y las economías planificadas del Este de Europa en 1989, entra en crisis el modelo de capitalismo (Estado de Bienestar) que se le oponía.

2 La inanidad de leyes, parlamentos, partidos y programas electorales para superar la especulación, la corrupción, la precariedad y el desempleo, los abusos de los bancos y el cambio climático, y garantizar los derechos fundamentales de la ciudadanía, resquebraja la confianza de la población en una democracia consentida por los de arriba mientras sigamos obedeciendo.

3 El carácter testimonial de los principios y valores de la izquierda no se explica sin la conversión de ésta en una segunda marca electoral de la derecha.

El apoyo de amplios sectores ciudadanos a Vox en las elecciones andaluzas de 2018 es consecuencia directa: a) del consentimiento de los desahucios por hipoteca y por falta de pago del alquiler en vivienda social protegida; b) del voto de millones de trabajadores al Partido Popular (la casa madre de Vox) y sus políticas económicas privatizadoras y precarizadoras, compartidas de facto por el PSOE; c) de la tolerancia a elementos culturales primitivos como: la desigualdad entre hombres y mujeres y el machismo; el maltrato generalizado a los animales, elevado al vergonzoso carácter de “fiesta nacional”; el racismo y la indiferencia hacia las abundantes situaciones de exclusión y marginación; y el desaforado consumismo a la hora de elegir austeridad, solidaridad y sentido común en nuestras formas de alimentación, consumo, movilidad y ocio.

Agustín Morán, CAES, enero de 2019