QUE SÍ NOS REPRESENTAN. ¡QUE SÍ!

QUE SÍ NOS REPRESENTAN. ¡QUE SÍ!

En las elecciones generales, 13’5 millones de personas votan a los partidos que protagonizan las políticas que defienden la participación de España en la Europa del Capital, la Globalización y la OTAN. Una propuesta irracional –“más vale malo conocido que lo bueno por conocer”- expresa la articulación “democrática” entre una economía global de mercado destructiva, unos políticos mentirosos y corruptos y un electorado irresponsable.

La libertad de mercado mundial produce una inmensa riqueza material pero a un precio desmesurado en términos de desigualdad, contaminación, injusticia, deshumanización y violencia.

Los daños de este proceso son inmensos en destrucción de recursos económicos, laborales, alimentarios, ecológicos, culturales y éticos. Pero, en España, lo peor es la impunidad del poder económico y político, incapaz -desde hace 38 años- de legislar y gobernar para resolver el desempleo, la precariedad, la exclusión y la inseguridad. El bipartidismo de nuestra monarquía sí ha sido capaz de meternos en la OTAN (1981-1983) embarcarnos en la Europa del Euro (1992) y modificar el artículo 135 de la Constitución Española sometiendo la soberanía nacional a las instituciones antidemocráticas del capitalismo internacional.

Cuando lo negativo aparece como algo natural, la sociedad se desmoraliza y cunde el individualismo y la sumisión. Romper el círculo vicioso no es fácil porque implica cambios profundos, tanto en la vida privada (cómo deseamos trabajar, comer, cuidar, relacionarnos, desplazarnos, etc) como en la vida pública (cómo participamos y votamos).

A partir de mayo de 2011, se han articulado procesos de lucha popular que han resignificado la esfera de lo político y acelerado la descomposición de una monarquía parlamentaria inserta en un orden internacional injusto y violento. En las elecciones generales, una opción de izquierdas no puede ser instrumento de ningún partido que no haya roto explícitamente con un pasado tan turbio como su presente. Las marrullerías sobre la necesidad de gobierno ocultan la inquietud del gran capital y la clase política que le sirve ante una emergencia popular que amenaza su dominio.

La irracionalidad del poder nos invade mediante la lucha entre los de abajo: competencia entre trabajador@s y búsqueda de minorías culpables (inmigrantes o pueblos de España que quieren emanciparse del Estado Español neoliberal y militarista); anestesia del consumismo compulsivo; “ignorancia tecnológica”; machismo y descompromiso político. Lo racional es apostar por lo bueno por conocer en lugar de por lo malo conocido. Ante la irracionalidad del poder necesitamos una racionalidad sustentada por millones de ciudadanos en acción en defensa de los derechos violados y no de siglas y mentiras. Después –y no antes- podremos afirmar cabalmente: Que no nos representan. ¡Que no!

Agustín Morán,

Octubre de 2016

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